Según las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), una dieta equilibrada debe incluir una variedad de alimentos de todos los grupos, como frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables. Esta diversidad proporciona los nutrientes esenciales que nuestro cuerpo necesita para funcionar de manera óptima.
En este nuevo blog te compartimos algunas pautas generales para que puedas seguir:
Variedad de alimentos: Consumí una amplia variedad de alimentos de todos los grupos alimenticios: frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y productos lácteos bajos en grasa. Esto garantiza que estés obteniendo una gama completa de nutrientes.
Frutas y verduras: Incluí una variedad de colores en tus frutas y verduras, ya que cada color proporciona diferentes nutrientes y antioxidantes. Tratá de llenar la mitad de tu plato con frutas y verduras en cada comida.
Granos enteros: Optá por granos enteros en lugar de granos refinados. Esto incluye alimentos como el arroz integral , que lo podes utilizar tanto en preparaciones de platos fríos como calientes, la quinoa o quinua que tiene un sabor suave con una textura ligera y esponjosa cuando se cocina y la avena que se ha ganado su lugar en muchas dietas equilibradas.
Proteínas magras: Limitá el consumo de carnes rojas y procesadas. Incorporá fuentes de proteínas magras, como pollo sin piel, pescados 🐟 que podrás prepararlo tanto al horno con vegetales, a la parrilla o el olla. No te olvides de las legumbres, entre las más comunes podrás encontrar los garbanzos, lentejas y porotos en todas sus variedades, con las que podrás crear infinidad de platos tanto dulces como salados...si tal cuál lo leíste, también podrás cocinar preparaciones dulces para saciar tus antojos de manera saludable.
Productos lácteos bajos en grasa: Elegí productos lácteos bajos en grasa o alternativas como leches vegetales fortificadas. Esto proporciona calcio y otros nutrientes esenciales sin el exceso de grasas saturadas.
Grasas saludables: Incluí grasas saludables en tu dieta, como las que se encuentran en la palta 🥑, nueces, semillas, aceite de oliva y pescado graso. Limitá las grasas saturadas y evita las grasas trans.
Control de porciones: Aprendé a controlar las porciones para evitar el exceso de calorías. Presta atención a las señales de hambre y saciedad de tu cuerpo. No te olvides de tomar suficiente agua a lo largo del día. A veces, la sed se confunde con el hambre.
Limitá el azúcar y la sal: Reducí la ingesta de alimentos y bebidas altos en azúcares añadidos y sodio. Lee las etiquetas de los alimentos para estar al tanto de los niveles de estos ingredientes.
Planificación de comidas: Es muy importante planificár tus comidas con anticipación para asegurarte de obtener una variedad adecuada de nutrientes y evitar recurrir a opciones poco saludables debido a la falta de tiempo.
Adaptación a necesidades individuales: Considera tus necesidades individuales, como tu nivel de actividad, edad, sexo y posibles condiciones médicas, al ajustar tu dieta.
💡 Recordá que una dieta equilibrada no significa eliminar por completo ciertos alimentos o grupos alimenticios, sino encontrar un equilibrio adecuado que satisfaga tus necesidades nutricionales. Además, es aconsejable consultar con un nutricionista para obtener recomendaciones personalizadas basadas en tus circunstancias específicas.