La merienda es un ritual bien uruguayo, tiene un valor especial. Es mucho más que un café con leche o un mate con algo dulce: es ese momento en que el día baja el ritmo y nos encontramos.
Cocinar para ese momento se transforma también en un lugar de enseñanza, porque tortas, budines y galletitas son de las primeras recetas que aprendemos de la mano de nuestras madres, tías y abuelas.
No hace falta una excusa grande para compartir un bizcochuelo recién hecho, un budín de banana o unas galletitas caseras: alcanza con tener a alguien con quien partir la porción.
En muchas casas, la merienda del domingo sigue siendo un punto de encuentro familiar.
Hay quienes preparan la receta que ya es “de la abuela”, otros prueban una versión nueva o traen una de esas tortas improvisadas que salen con lo que hay.
Sea como sea, siempre está ese gesto de compartir algo hecho en casa, que une más que cualquier banquete.
La merienda también se volvió un espacio de amistad: un mate con torta en la vereda, una charla en el trabajo o una reunión de amigas donde el bizcochuelo se enfría entre risas.
Es un momento cotidiano, pero lleno de afecto, donde las recetas caseras siguen cumpliendo su mejor función: acercar a las personas.
Son recetas simples, económicas, con pocos ingredientes y mucho cariño. Esas que salen bien aunque uno no tenga batidora, ni experiencia, ni una balanza a mano.
Porque lo importante no era que quedara perfecta, sino compartir el momento y el aroma que llenaba la casa.
🧁 Recetas que nos inician en la cocina
🎂 Bizcochuelos o tortas
🧡 De vainilla

🥄 De cucharadas

🥊 De golpes

👉 Tip: si querés un toque húmedo, agregá leche o jugo de naranja.
🍞 Budín
🍌 De banana

🍫 De chocolate

🍊 De mandarina

👉 Consejo: si querés, sumá nueces picadas o chips de chocolate. Es el mismo budín que muchos aprendimos cuando sobraban bananas y no se tiraba nada.
🧁 Muffins
🌼 De vainilla

🍪 De chispas de chocolate

🥕 De zanahoria

👉 Ideal para hacer con niños, tenés que perder el miedo a que se ensucien jeje
🕰️ Un pedacito de historia casera
En Uruguay, muchos recordamos la primera torta como ese momento donde pasamos de “ayudantes” a “cocineros”.
Tal vez fue el bizcochuelo del cumpleaños de un hermano, el budín del domingo o el postre para llevar al liceo.
Eran recetas que no necesitaban lujo, sino ganas: azúcar, huevos, harina… y una cocina llena de paciencia.
Esa tradición se sigue repitiendo. Hoy, muchos padres, madres o abuelos enseñan esas mismas recetas a sus hijos o nietos, con los mismos gestos y el mismo aroma de siempre.
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