Los abuelos crean recuerdos que el corazón guarda para siempre. (Anónimo)
Cierra los ojos y piensa en el platillo que más disfrutabas en tu infancia. Muchas veces recordarás un plato hecho por tu abuela o abuelo, que quedó grabado en tu paladar y tu corazón, generalmente en nuestras familias las abuelas y abuelos son considerados los mejores cocineros.
Muchos de nosotros tuvimos nuestro primer contacto con la cocina y la comida a través de nuestras abuelas. Como el sabor de un caldo o una sopa calientita cuando llegabas de la escuela o ibas a visitarla.
Y es que las abuelas no solo se encargaban de cocinar, sabían los usos de las hierbas, la combinación de alimentos para que fueran más nutritivos, cómo conservar la comida por más tiempo, como hacer magia para hacer rendir el gasto e incluso las creencias populares al cocinar y podías escucharla diciendo que cuando la tortilla se infla, esto era señal de que ya te podías casar y que el mole siempre debe batirse en el sentido de las agujas del reloj para que quede bueno.
En nuestro país muchas de las recetas que conocemos han sido transmitidas de generación en generación, de nuestros ancestros heredamos recetas y trucos que se convierten en tradiciones familiares, recetas que se vuelven un clásico como las albóndigas o el mole.
Con lo rápido que vivimos ahora, muchas veces se nos olvida una máxima de las abuelas: come bien. Y comer bien se refería a cocinar esas recetas hechas en casa, que salen del alma.
Las abuelas saben hacer magia con los ingredientes, y cómo hacer platos increíbles con lo que quedaba en las ollas, eran expertas en reciclar, crear y bautizar guisados, mi bisabuela hacía un platillo llamado “creoque” justo después de hacer un puchero de res, freía ajo, cebolla, carne y verduras, y decía creo que es zanahoria, papa, carne… y sabía sencillamente delicioso.
Además en aquellos tiempos había una conexión con el campo y la naturaleza, conocían bien los ingredientes de temporada, sabían cuando era el tiempo de guisar flores de calabaza o huauzontles y lo que costaba tenerlos en la cocina, porque no solo era una cuestión de precio, sino de valorar el tiempo que le había llevado al maíz, al chile y al frijol y a los campesinos sembrarlos, cuidarlos y cosecharlos para estar ahí, y poder preparar una deliciosa receta de peneques, un pozole o quizá un pastel azteca.
Nuestra cocina tradicional, casera, la de todos los días es una herencia que hemos recibido, está repleta de cariño, de historias, de creatividad y de sabiduría, por que muchos platillos se inventaron cuando faltaba un ingrediente o sobraba otro.
Y cuando encontramos ese recetario y recreamos la receta, nos transportan a un momento, a un lugar, son guisos llenos de dulces recuerdos, como cuando preparamos esa antigua receta de arroz con leche.
Casi siempre tenemos en nuestra memoria una receta que nos heredaron, que nos hacen sentir queridos y en casa, esa receta que tiene un sabor tan cotidiano, pero a la vez tan único.
Comparte en nuestro reto tus recetas de la abuela y abuelo, así podrás conservarlas, transmitirlas y guardarlas para siempre.
¡Felicidades a las y los abuelos en su día!
¡Hasta pronto!
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Huauzontle, un quelite muy nutritivo y con sabor tradicional.